Consejero delegado de CriteriaCaixa · Presidente de Aigües de Barcelona ·

Este artículo corresponde a la ponencia con título ¿Un futuro sin agua? que pronuncié en el Círculo Financiero de Barcelona, organizado por La Caixa el pasado 25 de noviembre de 2019.

Imaginemos cómo sería si un día abriéramos el grifo y no saliera agua. El título de la ponencia, «¿Un futuro sin agua?», puede parecer ciencia ficción, pero si os acordáis en 2008 vivimos una situación límite en Barcelona y su área metropolitana. Y al principio de este otoño, ya volvíamos a estar de nuevo en prealerta y no creáis que no volveremos a estarlo, no está claro cuándo, pero estadísticamente sabemos que vendrá. No somos los únicos. También hay otros lugares en el mundo donde recientemente han vivido situaciones límite.

En Ciudad del Cabo, en 2018 se llegó a hablar del día cero, es decir, aquel día en el que se haría efectivo el corte de suministro. En México DF, una ciudad con veinte millones de habitantes, la fragilidad del abastecimiento de una conurbación como esta es prácticamente alarmante. Cortes de suministro constantes en Irlanda, una zona más cercana donde es evidente que no tienen un problema de recurso, con cortes diarios de doce horas por el déficit de infraestructuras.

¿Se imaginan que algunas de estas cosas pudieran pasar en Barcelona y en el área metropolitana? Pues para que esto no sea una realidad, me gustaría sintetizar en varios puntos lo que habría que trabajar, lo que habría que mejorar. Uno, es el agua: necesitamos un mínimo recurso disponible. Dos, infraestructuras: necesitamos conducir este recurso en cantidad, calidad y sostenibilidad. Tres, gestión: necesitamos una empresa que tenga conocimiento, capacidad de innovación y capacidad de gestión. Cuatro, gobernanza: Nada de lo anterior funcionará si no fijamos claramente cuáles son las reglas del juego.

Uno, agua. Tenemos un déficit actual con el sistema Ter-Llobregat, el nuestro, el del área metropolitana, que podría ascender, a corto plazo, dicen que 2 metros cúbicos por segundo; a medio plazo, 4 metros cúbicos por segundo, y a largo plazo (2033-2045), 6 metros cúbicos por segundo. Es decir, si hoy nuestro consumo medio es de 8 metros cúbicos por segundo, actualmente tenemos un déficit de un 30%. Históricamente con este déficit se han planteado varias alternativas y posibles actuaciones dentro de este ámbito. Se ha hablado de la interconexión Cunit-Cubelles, de las redes del Consorcio de Aguas de Tarragona y de Aguas Ter-Llobregat. Quiere decir efectivamente este minitrasvase que actúa desde Tarragona hasta Cunit. Una segunda posibilidad es la puesta en servicio y ubicación de una nueva desalinizadora, esencialmente en el lado del Tordera. Y también se ha hablado en alguna ocasión del trasvase del Ródano.

El agua es uno de los elementos más expuestos a las consecuencias del cambio climático. Cada vez más territorios son vulnerables a sequías y escasez del agua. La gestión y el uso de los recursos hídricos están cada vez más sometidos a la incertidumbre. El incremento de la temperatura altera los patrones de precipitaciones y aumenta la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, como recientemente hemos visto en Cataluña o como recientemente hemos visto en el levante español, en el sur. Los efectos de estas anomalías impactan claramente en el volumen y la calidad del agua disponible. A esto hay que sumar las enormes cantidades de agua que se necesitan para producir ciertos productos, eso que de una manera moderna se ha calificado como huella hídrica. Por poner ejemplos: son necesarios casi 3.000 litros de agua para 1 kilo de arroz o 4.400 litros para un par de zapatos. España es uno de los países con una huella hídrica de las más grandes del mundo, 2.325 metros cúbicos per cápita, muy parecida a la cifra de Estados Unidos, que es de unos 2.500, pero muy por encima de lo que tenemos en China, 700, que no es precisamente un país sostenible.

En Europa somos los segundos por detrás de nuestros vecinos portugueses. Debemos destacar que estas alarmantes cifras globales tienen como contrapunto las cifras que tenemos en las ciudades como litros por habitante y día: 136, que es la media española, y 102 litros por habitante y día, que es la media del área metropolitana de Barcelona, una de las más bajas del mundo en las ciudades que se pueden considerar desarrolladas.

Nuestras condiciones geográficas, incluso el peso en nuestro PIB de sectores como el turismo o la producción agroalimentaria, nos hacen especialmente vulnerables a los efectos del calentamiento global. Hay motivos más que suficientes para trabajar en línea con un acuerdo para asegurar que no llegamos a un escenario futuro sin agua.

¿Cuál es nuestra propuesta?

Nuestra propuesta va en sintonía con la sostenibilidad y, en consecuencia, va hacia el cambio de paradigma y hacia una economía circular. Creemos que esto es una cuestión prioritaria. Nuestra propuesta de solución para la disponibilidad de agua considera de manera prioritaria la reutilización de agua; poniendo en marcha el sistema de reutilización mejoraría considerablemente la garantía de suministro y disminuiría de modo muy significativo el riesgo de sequía, además de cubrir el déficit.

Ya tenemos un caso práctico de nuestro grupo en el que hemos aplicado este enfoque de economía circular, que son las biofactorías en Santiago de Chile: hemos transformado las plantas depuradoras de agua -de una conurbación de siete millones de habitantes-, de agua residual, en lo que hemos llamado biofactorías, que significa reutilización del agua al cien por cien, valorización de los residuos al cien por cien y balance energético cero.

La energía que consumimos es la que producimos nosotros mismos. Naciones Unidas nos ha otorgado el premio a la mejor innovación mundial de cambio climático, premio que recogimos desde Aguas Andinas, nuestra empresa chilena, en Polonia, en Katowice, el 24 de noviembre del pasado año. Y más recientemente este proyecto, ya realidad, ha sido recogido como caso de éxito en el Global Compact, también de las Naciones Unidas, en su informe de progreso anual de 2019.

Esto ya lo hemos ampliado a otras ciudades como Granada, donde se han dado las condiciones de acuerdo con la Administración para poder hacerlo. Desgraciadamente un proyecto concedido, pensado en Barcelona, implantado en otros lugares, aún no hemos podido desarrollarlo aquí, en nuestro territorio, donde más preparados estamos para hacerlo.

Dos, infraestructuras. Hace falta más inversión para que en una gestión integrada con una visión global y no solo en períodos de sequía podamos abordar cuándo se utilizan las desalinizadoras, cómo se utilizan los embalses, cómo se utiliza el agua subterránea y cuándo contamos con la opción de la reutilización. Y todo de una manera integrada, por eso necesitamos las infraestructuras.

Recientemente, la Asociación de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y de la Ingeniería Civil ha publicado un estudio que cuantifica la degradación de las infraestructuras y les pone nota. Concluye que España debería invertir 18.300 millones de euros de media cada año en la próxima década para subsanar las deficiencias en mantenimiento y conservación y rehabilitación, así como para evitar la degradación de las obras públicas; hablo solo en materia de agua.

La situación actual es que hoy en día existen sanciones a España por los déficits de saneamiento: durante los años 2016, 2017 y 2018, España ha sido el país de la Unión Europea con más infracciones ambientales abiertas. A finales de 2018, todavía teníamos 32 expedientes abiertos. Por ejemplo, en julio de 2018, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligó a España a pagar 12 millones de euros por incumplimiento de la directiva sobre el tratamiento de aguas residuales. Este nivel de inversión solucionaría estos problemas medioambientales, generaría más de 500.000 puestos de trabajo y se ha calculado que podría tener un impacto total aproximadamente del 3% del PIB nacional. Por lo tanto, necesitamos infraestructuras.

Tres, gestión. Es probablemente más necesario que nunca establecer un diálogo edificante que devuelva el rigor al debate sobre el rol de las empresas en la sociedad. Muchas veces las empresas sentimos que no tenemos un entorno amigable, y una empresa debe ser capaz de generar confianza y no solo lo puede hacer desde la defensa de unos valores que conecten con el momento actual de la sociedad. La cuestión de los valores, está bien claro en esta casa, es precisamente aquel que los instauró, el fundador de La Caixa, Francesc Moragas, de quien el año pasado celebramos el 50 aniversario de nacimiento.

Como ha destacado Isidre Fainé en alguna ocasión, Francesc Moragas «fue un hombre de acción, pero también de reflexión, de fuertes convicciones, que movía a las personas». En la vida es importante tener referentes, tener convicciones, y una empresa como la nuestra, La Caixa, siempre ha sido una referencia de cómo se ha hecho un determinado modelo de empresa. Y el modelo de empresa de este siglo xxi es una empresa que aporta valor, que satisface una necesidad social y que contrae un compromiso firme con todos los grupos en relación por igual.

En esta línea, la Business Roundtable, que reúne doscientas de las principales empresas de Estados Unidos, publicó este verano un posicionamiento donde replantea el propósito de las empresas e invita a «servir» a los propietarios al mismo nivel que a los trabajadores, a los clientes, a los proveedores y a las comunidades donde se opera. Nosotros hace muchos años que cumplimos con el mismo nivel de exigencia con nuestros grupos de relación. Tenemos al cliente en el centro.

En relación a las cifras del impacto de nuestro grupo en España en las sociedades, tenemos unos ingresos de 1.435 millones en España. De estos, 910 son costes operativos; dentro de esta partida me gustaría destacar lo que nosotros destinamos a investigación, desarrollo e innovación, que son 35 millones, punta de lanza del sector del agua en España. 350 millones van destinados a salarios y beneficios a los empleados, es decir, el 24,3%; invertimos en formación, beneficios, calidad del empleo. Una empresa no es nada sin sus trabajadores. 110 millones van destinados a impuestos, el 7%. 50 millones a proveedores de capital, es decir, accionistas y entidades bancarias, el 3,4%. Y 15 millones a recursos destinados a la sociedad, o lo que es lo mismo, un 1% de nuestros ingresos los dedicamos a nuestra acción social y apoyamos el desarrollo de las comunidades donde operamos. ¿Y hacia dónde vamos? Pues, en definitiva, se trata claramente de impulsar un modelo de empresa de partenariado público-privado de las cuatro pes, las tres tradicionales, y debemos incluir la cuarta, que es la de las personas.

Hay que garantizar, además de la cantidad y la calidad del servicio, que nadie se quede atrás. Es, en palabras de la ONU -así lo definió-, leaving no one behind. Lo llevamos incorporado de serie a lo largo de nuestra trayectoria.

Nuevo contrato social

Se trata de una fórmula que garantice un marco estable para las próximas décadas otorgando a la ciudadanía la seguridad y la confianza en la mejor gestión de un bien de primera necesidad como es el agua, y cada vez más escaso. Nosotros nos comprometemos a un nuevo contrato social que, entre otras cosas, propone los siguientes compromisos.

Primero, trabajo de calidad. En este contexto hemos propuesto a los sindicatos la firma de un contrato contra la precarización, no solo de nuestra empresa sino con todos nuestros proveedores. Apostamos por una gestión responsable de nuestra plantilla, para retener el talento, y por eso fomentamos el trabajo estable y de calidad contra la precarización. El 85% de nuestra plantilla tiene un contrato estable, el 15% es outsourcing, mientras que las empresas públicas del mismo sector tienen un 50% de contratos estables y el resto es subcontratado.

En cuanto a la retribución, impulsamos políticas salariales de igual retribución entre hombres y mujeres con unos criterios comunes sin distinción de género para el fomento de una retribución justa. Nuestra brecha salarial es del 7,1%, concentrada básicamente en los colectivos de mayores de 50 años; entre 30 y 50 años nuestra brecha es del 0%; en los menores de 30 años tenemos una brecha negativa del 4,8%, mientras que el sector del agua en nuestro país está en el 19,6% de brecha salarial y la media total española y de la Unión Europea está entre el 15% y el 16%.

Con referencia a la formación, multiplicamos el número de horas en 3,7 veces la media del conjunto de empresas en España. Somos pioneros en la formación profesional dual, además de completar todos nuestros ciclos formativos con másteres y becas de doctorado.

Seguridad y salud laboral, es una prioridad. Los accidentes de trabajo en Agbar son 2,6 veces inferiores al valor medio en España, 4,3 veces inferiores al sector del saneamiento y del agua. A la aportación directa a la creación de puestos de trabajo ¿en España 11.107 hoy¿ hay que añadir los 25.122 trabajos indirectos e inducidos que se generan gracias a nuestra actividad en otros sectores de la economía. Este es el primer compromiso, un trabajo de calidad.

Segundo compromiso, cadena de proveedores, a quienes garantizamos una estabilidad y aplicamos los mismos principios que aplicamos internamente, y contribuimos así al desarrollo de proveedores locales y de la economía de proximidad.

Tercer compromiso, aportación de valor. En nuestro grupo, aparte de la creación y distribución de valor directo, tenemos en cuenta los impactos generados de manera directa e inducida. La aportación total al PIB de la compañía a 2018 asciende a 2.418 millones, que significa un 0,2% del PIB total en España.

Cuarto compromiso, acción social y compromiso con las personas. El contrato social se consolida con un compromiso inamovible con la ciudadanía. A lo largo de nuestra trayectoria hemos procurado anticiparnos a los retos de los territorios donde tenemos presencia, por ejemplo en Iberoamérica, en lugares como Cartagena de Indias, donde el 80% de la población está en situación precaria; actuaremos allí en este sentido.

En España no podemos pasar por alto las grandes dificultades que tienen los grupos de población más frágiles y especialmente afectados por una crisis que ha hecho y que todavía hace estragos. Administraciones, empresas y entidades del tercer sector tenemos la responsabilidad económica, social y moral de trabajar juntos para revertir las tendencias de empobrecimiento de los últimos años.

Nosotros hemos planteado como iniciativa destacada el llamado Fondo de Solidaridad, con el que la compañía es pionera desde 2012. En el caso de Aguas de Barcelona, en 2019 hemos ayudado a cerca de 35.000 familias. Podemos afirmar que nunca hemos cortado el agua a quien no la puede pagar. Es claramente un ejemplo de innovación social.

Conviene destacar la actividad de la Fundación Agbar, mediante la que hemos ido aumentando progresivamente nuestra participación en acciones, iniciativas y proyectos muy diversos para contribuir a luchar contra la pobreza y la exclusión social, fomentar el empleo de los colectivos más vulnerables y garantizar oportunidades educativas para todos. Actualmente tenemos 68 proyectos con alianzas y compromisos de colaboración con entidades sociales arraigadas localmente. Son proyectos que benefician a unas 21.000 personas. Asimismo, impulsamos desde la Fundación programas propios, como emprendimiento social, becas Talento… Pero lo más importante de todo del programa propio es el empoderamiento de beneficiarios del Fondo de Solidaridad de Aguas de Barcelona, porque la gente que entra en este fondo de solidaridad debido a que no puede pagar el agua.

Mediante la Fundación lo que pretendemos es ver si somos capaces no solo de subvencionar el recibo del agua sino también de darles una oportunidad para que ellos mismos puedan integrarse en la sociedad y puedan acabar pagando este recibo. Se trata de un programa piloto que estamos preparando con la Cruz Roja con el objetivo de conseguir que estas familias puedan disponer del apoyo necesario para mejorar su empleabilidad y cambiar la situación de vulnerabilidad.

La Fundación, además de la acción social, también es vehículo de cultura y educación, pero nuestro principal motor de las acciones culturales es el Museu de les Aigües ubicado en Cornellà de Llobregat y en el que participan más de 60.000 personas al año.

Debido a su compromiso con la transparencia, la Fundación ha sido calificada como la fundación más transparente en España entre las 120 fundaciones analizadas por la Fundación Compromiso y Transparencia. En todo el territorio español tenemos más fundaciones, Acuorum en Canarias, en Granada la Fundación Aguas de Granada y la Fundación Aquae para el resto del territorio español con objetivos parecidos a los que yo acabo de mencionar de la Fundación Agbar para Cataluña.

Quinto compromiso, con el desarrollo sostenible. La hoja de ruta para encaminar un desarrollo sostenible nos lo proporciona la ONU con los objetivos del desarrollo sostenible, los ODS. Como es sabido, consisten en 17 objetivos de alcance global establecidos para proteger el planeta y mejorar la calidad de vida de las personas que lo habitan. Entre estos objetivos, como no podía ser de otro modo, el agua tiene uno propio, es el número 6: garantizar la disponibilidad universal de agua y su gestión sostenible, y el saneamiento para todos. Y además de tener un objetivo propio, el agua tiene un papel transversal con todos los demás, ya que hace falta una mejor gestión de este recurso para lograr el resto de objetivos.

En nuestra compañía nos hemos centrado en tres objetivos, que son los que marcan nuestra línea y que además del número 6, son: el número 1, el fin de la pobreza; el número 13, que es la acción por el clima, y el número 17, que es el de alianzas para conseguir los objetivos, que constata que todos debemos implicarnos en ello y que las administraciones públicas, el sector privado y la sociedad en general deben cooperar. Todos tenemos una responsabilidad y cada uno desde su ámbito.

Y sexto compromiso, de este contrato social con nuestros ciudadanos, y último, la innovación. Cetaqua es nuestro centro tecnológico, creado en 2007, como siempre hacemos nosotros, con participación público-privada, creado por Aguas de Barcelona, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universitat Politècnica de Catalunya, con este modelo de colaboración público-privado, pionero en el sector del agua. El objetivo: acercar el mundo científico al empresarial desarrollando una innovación que genere un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente.

Hoy el éxito de este modelo colaborativo iniciado en Barcelona se refleja también en la creación de otros centros independientes en Galicia, en Andalucía, en Chile, que han optado por adoptar la misma estructura, es decir, una empresa privada del Grupo Agbar, que es la tractora, el CSIC y la universidad técnica local de referencia.

Cetaqua tiene ahora más de 100 colaboradores, más de 200 publicaciones, más de 70 proyectos de financiación. Hemos sido pioneros en la apertura de puntos de referencia. Barcelona se ha constituido en un verdadero hub de conocimiento del agua, del que Agbar es sin duda la empresa tractora. Estos son los compromisos que nosotros adquirimos con los ciudadanos, con lo que hemos llamado nuestro contrato social. Por lo tanto, cuando a nosotros se nos contrata, se contrata todo esto.

Aguas de Barcelona

En Aguas de Barcelona llevamos 152 años suministrando un servicio ininterrumpido incluso en las situaciones más complejas. Y esto ha sido posible gracias a la apuesta conjunta con las administraciones por un modelo de colaboración público-privada, y gracias a nuestros trabajadores. En este tiempo hemos establecido la ciudad como un referente mundial en la gestión del agua, presente en los bienes marco del sector.

De todos los indicadores que confirman esta posición de liderazgo, destacaré tres. Primero, la continuidad del servicio en un 99,96%. Esto significa que los ciudadanos de Barcelona se quedan sin agua una media de 15 segundos al año. Líderes récords del mundo. Las instalaciones de Aguas de Barcelona batieron el año pasado el récord de visitas técnicas -1.991 de 40 países diferentes- y uno de los aspectos que más destacan los visitantes es el alto grado de desarrollo tecnológico. Y tenemos todos los sellos de calidad que ustedes quieran pensar. Por lo tanto, la garantía de cantidad y calidad del suministro la hemos logrado con años de experiencia, conocimiento en red y profesionales dedicados.

El servicio del agua, en estos momentos en España, representa el 0,71 del gasto medio de los hogares españoles, muy por debajo de lo que dice la ONU que debe ser asequible para el conjunto de la población. Fijando esta sensibilidad que esté por debajo del 3% del nivel de renta. Como ven, estamos en 0,71. Por lo tanto, muy por debajo de lo que se expresa como esfuerzo económico. Por otra parte, si entramos algo más detalladamente en la composición de la factura, es muy evidente que ésta lleva incorporados muchos otros conceptos que no son los de Aguas de Barcelona.

En una factura media, que representa un consumo de 14 metros cúbicos en los dos meses el coste es de 46,3 euros, y de esta cantidad para Aguas de Barcelona es el 31%, todo lo demás va a otras administraciones. El área metropolitana, con un concepto ajeno y que no tiene nada que ver con el agua, como es la tasa de eliminación de residuos, se lleva el 25%. La Agencia Catalana del Agua, el 16%; ATL, el 13%; el Ayuntamiento de Barcelona, el 9%. Además, por último ha habido algunas declaraciones según las cuales nos bajarán el precio del agua un 5%, bajarán un 5% de este 31%, pero subirán un 5% el del área metropolitana de Barcelona. Por lo tanto, nos bajan a nosotros para poder subir los otros, porque si ven como han ido estos últimos diez años con los incrementos de precio, los datos son muy claros.

Según los datos recogidos, del 2010 al 2019 el Ayuntamiento de Barcelona, con su tasa de alcantarillado, está en un 86,1%; ATL está en un 112,8%; la inflación está en el 14,5%; y nosotros, Aguas de Barcelona, estamos en el 0,3%. Por lo tanto, hemos bajado costes aproximadamente por debajo de la inflación con un 14,3%. Hoy el recibo es una herramienta de recaudación totalmente ajena al servicio que se presta.

Así, el último capítulo nos lleva hasta la gobernanza. La gobernanza la podemos sintetizar en varios elementos esenciales: la planificación, la regulación, la seguridad jurídica y la estabilidad institucional. Estos son bienes cada vez más escasos. España ha ido avanzando posiciones en ranking de países con mayor número de contenciosos gestionados por el CIADI y se sitúa en tercera posición por detrás de Argentina y Venezuela.

Pero si nos detenemos en los últimos cinco años, 2015-2019, España desgraciadamente alcanza la primera posición con 27 reclamaciones. Tiene mucho que ver con el tema de las renovables, pero hay que decir que no es la mejor carta de presentación de la que podemos disponer. Nos preocupa el menosprecio a las normas y el cuestionamiento de la seguridad jurídica cuando estas no encajan para aquellos gobernantes o gobernantas que confunden el interés político con el interés público, aspectos que no tienen nada que ver. Esto último lo hemos vivido especialmente en Agbar estos últimos tiempos. Ha sido necesario que el Tribunal Supremo dejara claro lo que todos y todas sabíamos, y es que Aguas de Barcelona es el concesionario del Área Metropolitana de Barcelona, que la empresa mixta con participación de la Administración metropolitana está bien constituida y tiene una duración hasta el 2047.

Solo desde el rol que nos otorgan las leyes a cada uno, desde la cooperación leal y en confianza, tal como describe el ODS número 17, podremos desarrollar una correcta gobernanza en el mundo del agua, y si hay alguna materia en la que sea necesario un pacto de Estado, una de estas materias es sin duda el agua.

La buena resolución de estos cuatro puntos es esencial para que nuestro futuro no sea este, el de un futuro sin agua, sino que sea el del futuro con agua. Los cuatro elementos de los que hemos estado hablando, los cuatro al mismo tiempo y con buena armonía, son los que nos podrán asegurar ese futuro que todos deseamos, que todos queremos, que es un futuro con agua. Nosotros como empresa ofrecemos este nuevo contrato social. Las empresas con vocación de durabilidad, y nosotros la tenemos, tienen que ver cuál es su contrato con las personas. Entre todos tenemos que trabajar para el futuro de los que nos sucedan, su realidad dependerá de nuestro presente.

Nuestras acciones, la actuación de nuestra generación, definirán el planeta que les dejaremos. Debemos trabajar conjuntamente. Perseveremos en trazar un camino donde confluyan el consenso y el rigor, apostando siempre por forjar las alianzas y el diálogo, entre las administraciones, el sector privado y la sociedad civil, para dar respuesta a los grandes retos con las personas en el centro.

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